Siempre que vengo del trabajo al margen de la carretera que me lleva a mi cueva entre los océanos verdes de naranjos destacan unos plataneros, con sus hojas cortadas, curvadas y aleteadas en estas fechas por el poniente.
Mi hermana me comento que para plantarlos siempre necesitamos tres ejemplares, mientras uno crece el otro muere pero siempre acompañado de una buena nueva, el de un nacimiento, nos representa al fin y al cabo un ciclo de la vida. Sigue leyendo